Recuerdos las noches como aquellas que vivíamos sin tantas preocupaciones, sin prisa. Noches de risas, amigos ‘para toda la vida’, algo que beber y el cielo estrellado sobre nuestras cabezas. Las noches eran nuestra vida. Ahora todo se ha invertido. Ahora disfruto momentos del día que antes ni imaginaba. Para mi eran horas inexistentes, agujeros negros que el reloj saltaba como si jugase a la rayuela.

Escribo esto en el día más triste del año según sesudos estudios americanos, pero es mentira. Hoy es un día genial. Son las 11 de la mañana y ya voy notando cómo los días son más largos. Este sol me incita a salir y pasear. Necesito hacer la fotosíntesis, al menos una vez por día. Es lo que tiene ser evolutivamente más avanzada…. Me alimento de la naturaleza… y también de una tostada con mermelada y mantequilla que estoy disfrutando en una terraza del centro. La estoy acompañando de una charla agradable, de las que animan a abrazar a los seres humanos. Mis zapatos negros –último gran regalo de Reyes- brillan con luz propia. Como el sol. Como yo.

Aviso a navegantes: ¿para cuando la primera fiesta en la terraza? Yo ya voy descontando inviernos, que lo sepáis.

Descontando inviernos

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